Pinto en la Colonia Veraniega: Historias detrás de los hoteles
Imagen aérea de 1936 donde se ven los hoteles de la Colonia Veraniega, en las calles Princesa de Éboli e Ignacio Fúster. A la izquierda se observa "Villa María".
El historiador de Pinto, Mario Coronas, descubre los detalles de la distinguida Colonia Veraniega de la segunda mitad del siglo XIX en Pinto, que reunía a aristócratas, militares, políticos y banqueros de la alta sociedad.
La comodidad del ferrocarril hizo que en la segunda mitad del siglo XIX Pinto se convirtiera en un destino ideal para pasar el verano. Muchas personas de la corte, aristócratas, alta burguesía, militares, políticos, banqueros, industriales y artistas elegirán Pinto para su descanso en el campo.
Comenzaron a surgir en nuestro municipio preciosas villas, lujosos hotelitos rodeados de amenos jardines, provistos de toda especie de moderno confort, nunca vistos en nuestra villa. Los beneficios para la salud por su aire puro, el sol, y especialmente sus aguas, hacían de Pinto un destino idílico para una selecta sociedad de la corte. Era la distinguida Colonia Veraniega, que animaba el verano con alegres excursiones, funciones de teatro, conciertos, festivales, espectáculos taurinos y verbenas.
En 1898 un acaudalado propietario, llamado Antonio Pérez Torregrosa, construye en las afueras del caserío y próximo a la estación ferroviaria un barrio de soberbios hoteles para ser alquilados para disfrutar del verano. En él se instalará la selecta sociedad de la nutrida Colonia Veraniega.
Las viviendas las podemos encontrar hoy en día a lo largo de la calle Ignacio Fúster (antigua calle Villa María) y al comienzo de la calle Princesa de Éboli, junto a la ermita del Cristo. Se trata de un conjunto interesante, que conserva la tipología tradicional de casa-patio-calle, respondiendo al concepto de asentamiento de colonial industrial de mediados del siglo XIX y primeros del XX.
Entre las distinguidas familias que veraneaban en Pinto se encontraban las familias Barreda, Gurumeta, Mateu, Morales y Gippini, que vivían en la actual calle Edmundo Méric, entonces calle Santiago. Al otro lado del ferrocarril, en los hoteles, veraneaban Luis Soria Villar, Teodoro Sainz Romilló, Adrián Rodero, Manuela Urquijo, Félix Creus, Benito Valdivieso y Leandro Fortún, entre otros.
En 1878 la Colonia Veraniega compra los derechos del Pósito y habilitan el Teatro de la Villa, donde representaran comedias y zarzuelas, representadas por la Compañía Gippini. Todo un espacio cultural que, con la posterior llegada del cinematógrafo, se habilitó como sala de cine.
Los veraneantes disfrutaban del frescor de las caceras. Las caceras eran los desagües de las tierras, que vertían el sobrante de las aguas a esta especie de conducción, casi siempre húmedo y verde, que ahora han desaparecido. Preparaban alegres excursiones en magníficas caballerías y carruajes de lujo, propiedad de los Sres. Sanz Romillo y Creus. También se realizaban verbenas y bailes campestres en los que se levantaban tribunas. Hasta 1906 una de las atracciones dentro del programa veraniego era el paseo por el andén a la llegada de los trenes viajeros, pero ese año la Compañía exigió el pago del correspondiente billete y esto provocó que se levantase del programa de actividades.
También se realizaban en las casas principales asaltos de esgrima, a florete, espada francesa y sable, monólogos, conciertos de piano y bailes.
Antonio Pérez de Torregrosa tenía su residencia muy cerca de este barrio de hoteles, el hotel Villa María (más tarde conocida como Casa Fúster), del que hablaremos en otro artículo. La morada de los señores de Torregrosa fue el centro neurálgico de numerosas y elegantes fiestas para las principales familias de Pinto y la Colonia Veraniega.
Después de la guerra civil, dos terceras partes de las 500 casas que tenía Pinto quedaron destruidas, salvándose, entre ellas, los chalets del bonito barrio de la Colonia Veraniega, que todavía hoy se conservan.
Esta sección es posible gracias al patrocinio de la Fundación Egido. Esta institución sostenida por el Grupo Egido tiene como fin de interés público promover cualquier actividad que fomente la cultura, la educación, la solidaridad y, en general, el bienestar y desarrollo de Pinto y los pinteños. La Fundación Egido tiene su sede en el edificio de la calle Las Monjas, 3.
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